domingo, 21 de junio de 2015

DÓLAR: COMBATE, REGULACIÓN Y, OTRA VEZ, COMBATE

Para garantizar su supervivencia, el Estado tiene por costumbre combatir las acciones contrarias al orden o, en su defecto, permitirlas pero regularlas para reconciliarlas con sus intereses.

Dicho de otro modo, el Estado se sabe más poderoso que las partes que componen la sociedad. Sin embargo, no siempre puede imponer su ley sobre los movimientos internos y, en ocasiones, debe buscar la forma de amigarse con ellos para que no lo desborden.

Un ejemplo de esto último es el Dólar Ahorro, esa institución creada para controlar, pero no prohibir, la compra de divisas en el mercado de cambios.

El castigo para quienes se dolarizan consiste en la percepción del 20% del dinero invertido, una pena moderada en comparación con los inicios del embudo cambiario, cuando la AFIP directamente prohibía las compras para tenencia y sólo autorizaba, con cuentagotas, la demanda de divisas vinculada con viajes al exterior.

El Dólar Ahorro surgió entonces como una respuesta más amable a esa demanda que se escapaba por los carriles paralelos y sirvió para ir desinflando el blue y acallar a los especuladores de la City. Para los asalariados, las reglas fueron claras y se cumplieron siempre que ostentasen ingresos declarados.

De esta forma, tras un alza con prisa y sin pausa hasta los 16 pesos en octubre del año pasado, el blue se hundió por debajo de los 12,50 y hoy opera en torno de 13 pesos.



El combate se limitó entonces al ámbito de las cuevas porteñas. A los otros se los arreó hacia el sendero de la conducta regulada, más allá de que muchos aprovecharon la brecha entre la cotización oficial (en verde en el siguiente gráfico) y la paralela (en azul) para incrementar automáticamente sus salarios en pesos.



Lo cierto es que en las últimas semanas, las reglas volvieron a desdibujarse. Desde la AFIP se enviaron miles de cartas con requerimientos donde se exige justificar compras de dólares que se realizaron en 2013 y 2014 con aval del propio organismo.

También se reportaron rechazos sorpresivos en la ventanilla del banco y, con mayor frecuencia, una reducción del monto de compra autorizado.

Con estas medidas, si el mes pasado se revirtió la tendencia creciente de compras de Dólar Ahorro y se pasó de los 495 millones de abril a 442 millones en mayo, es de esperar que las cifras sean aún más auspiciosas para las autoridades en junio.

Coincidiremos: modificar la cultura del ahorro y terminar, después de por lo menos cuatro décadas, con la compulsión por el dólar será saludable para la economía argentina. Sin embargo, se deben ofrecer alternativas claras para que el dinero que no termina en el consumo se destine a inversiones productivas. 

Hasta ahora, muy poco se hizo al respecto. La promoción de los bonos a un año de YPF fue, tal vez, la única opción atractiva que se sirvió a la mesa de los ahorristas con la suficiente información como para generar interés y certidumbre.

Castigar la sed de dólares y no proponer otras vías de inversión para incrementar los ahorros es propio de un Estado que no se plantea una estrategia de educación financiera de la población y la deja rehén del desconocimiento, los especuladores y las tasas por debajo de la inflación que brindan los bancos, grandes ganadores de estos tiempos.