El cliente argentino está
preocupado. En abril, pidió abrir una cuenta en un banco internacional con sede
en Nueva York, pero un mes después el trámite sigue demorado. Tiene dólares
depositados en Suiza. Los fugó del país sin declarar antes del Corralito de De
la Rúa y Cavallo, cuando los controles a la salida de divisas eran
prácticamente nulos.
El viaje que emprendieron sus
dólares en aquellos tiempos tumultuosos tuvo como primer destino Uruguay, donde
aún existen miles de cuentas de argentinos sin declarar, pese a las promesas de
transparencia de los gobiernos del Frente Amplio. Luego, continuaron camino
hacia tierras helvéticas para reposar hasta hoy en un ignoto banco de Ginebra.
¿Qué fue lo que los sacó de la
modorra? El reciente escándalo de las cuentas no declaradas en el HSBC de Suiza
conocido como SwissLeaks. Gracias a la información que sustrajo el ingeniero en
sistemas Hervé Falciani, el fisco francés pudo conocer en detalle más de 130.000
depósitos que escondían dinero generado en operaciones lícitas pero también en
actividades ilegales e incluso criminales.
De esas 130.000 cuentas ocultas por
el HSBC, unas 4.000 tienen acento argentino. La AFIP llegó a un acuerdo con el
gobierno francés y obtuvo el listado. Los titulares son familias con alto poder
adquisitivo, empresarios millonarios y grandes compañías.
Por eso, el cliente argentino
-que pertenece al grupo de los ahorristas internacionales más modestos- está preocupado.
Teme que tarde o temprano su capital no declarado sea detectado. Pasa otra
semana y vuelve a preguntar en el banco neoyorquino.
Del otro lado del teléfono, el
agente o banquero -como le gusta llamarse- ensaya una nueva respuesta. Esta
vez, no le garantiza que en los próximos días la cuenta estará disponible para
transferir el dinero. Le explica que son muchos los interesados en enviar
fondos desde Suiza hacia Estados Unidos y que el trámite está paralizado.
Como si hiciera falta, la
información es chequeada con un agente de otra entidad. “Hay un movimiento de
capitales que complica todo. El escándalo SwissLeaks y los pronósticos sobre
una posible caída de los mercados internacionales hace que los bancos se
vuelvan más selectivos. Muchos ya no aceptan abrir cuentas inferiores a los 2
millones de dólares” –confirma desde Miami.
El cliente argentino cuelga el
teléfono. A pesar de los contratiempos, se dice que insistirá con la operación.
Sabe que en Nueva York sus activos quedarán a resguardo de toda fiscalización
de la AFIP.
Es paradójico. Mientras la
política económica nacional se ve afectada por las decisiones antojadizas del
juez neoyorquino Thomas Griesa, para el fisco argentino no hay paraíso
financiero más impenetrable que el estadounidense.
Si ya en 2012 distintos estudios estimaban
que el dinero argentino en el exterior o escondido bajo el colchón iba desde
los 205.000 millones de dólares hasta los 440.000 millones, la evolución que
registraron desde entonces los principales mercados financieros nos permite calcular
para la actualidad un monto total fugado de entre 250.000 millones de dólares y
550.000 millones.
En gran medida, ese dinero se
encuentra en suelo norteamericano y en los paraísos naturales y fiscales
protegidos por Washington.
Lo concreto es que si promediamos
–porque nos gusta promediar- la fuga en 400.000 millones de dólares y
calculamos que más de la mitad no está declarada, podemos llegar a dos
conclusiones dolorosas:
Por un lado, la evasión al fisco de
grandes empresas, familias ricas y ahorristas argentinos con alto poder
adquisitivo a través del no pago del impuesto a los bienes personales superaría
los 2.000 millones de dólares anuales.
Por el otro, no serían menos de 3.000
millones de dólares los que se pierden cada año en comisiones a bancos
extranjeros por la compraventa de activos financieros (acciones y bonos, por
ejemplo) y en concepto de mantenimiento de cuenta.
El primero es dinero que podría
volcarse directamente a la inversión pública en infraestructura, educación,
salud, asignaciones sociales y seguridad.
El segundo, un capital
fundamental que termina en manos extranjeras y ya no regresará, equivalente a
la mitad del superávit en dólares que registró en todo 2014 la balanza
comercial argentina.
¿Cómo se revierte este proceso? Sigue pendiente una respuesta efectiva.
¿Cómo se revierte este proceso? Sigue pendiente una respuesta efectiva.
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